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  • Foto del escritorParche Maestro

La escuela: la casa de la diversidad

Actualizado: 10 mar 2022

Las preguntas por la inclusión y la diversidad en la escuela son ineludibles cuando hablamos de prevenir la deserción escolar. ¿Son nuestras escuelas realmente inclusivas? ¿Nuestras prácticas docentes acogen y valoran la individualidad de nuestros estudiantes? En este texto recopilamos algunas de las ideas de los invitados a Parche Maestro 2021.



Foto Sergio González | Proantioquia



“Una amiga, que se llama Tere, me decía que para ella decir escuela inclusiva es una redundancia. Ella preguntaba, casi provocativamente, ‘si sos escuela, ¿cómo vas a ser escuela sin ser inclusiva? Y, si sos escuela inclusiva, ¿para qué lo decís en discursos, si cualquier persona que la transite podría percibirlo?’” Con este pequeño relato, Dora Niedzwiecki, docente e investigadora argentina, trajo a Parche Maestro una reflexión que a todos nos toca: “¿en qué consiste una inclusión que no sea retórica, que no sea eminentemente discursiva?”


Es verdad que hablar de inclusión y diversidad en la escuela puede no ser una novedad. Pero la pregunta obligada es ¿somos realmente inclusivos, más allá del discurso y de la norma? Porque si algo ha estado claro en las reflexiones que hemos hecho sobre abandono escolar en Parche Maestro 2021, es que el sistema educativo puede llegar a ser el principal expulsor pues no está preparado para acoger la diversidad en sus múltiples maneras.

La española Begonya Gasch, directora de la Fundación El Llindar, escuela de nuevas oportunidades de Barcelona, tiene un planteamiento: “¿Qué es aquello que convoca a abandonar la escuela? El estrepitoso fracaso del sistema educativo y, en general, de la forma de entender la educación”. Y para explicar su idea se refiere a unas lógicas que califica como asfixiantes y que se derivan en la expulsión de los jóvenes del sistema educativo. “La primera es una lógica que se ha instaurado de diagnósticos y pruebas que impiden escuchar a cada alumno y alumna y aquello que les dificulta y hace obstáculo para aprender e inventar su recorrido educativo. Otra lógica es la del imperativo del rendimiento que genera mucha rigidez e inflexibilidad y aleja a todos aquellos que no encajan en la norma estándar. También está la lógica de la prisa y la urgencia que no permite tiempos y miradas particulares para darle a cada chico lo que necesita. Y una lógica academicista, muy alejada de la experimentación y de la vida”.


Estas lógicas -continúa explicando Gasch- causan en muchos jóvenes “un profundo malestar, un sentimiento de impotencia y de falta de confianza”. Y no hay que ir muy lejos para comprenderlo: Valentina, estudiante de la Escuela de Nuevas Oportunidades de Comfama, en Medellín, lo dice claramente refiriéndose a su paso por la escuela: “No me hacían ver que podía, sino que me dejaban a un lado”.


Las escuelas de nuevas oportunidades, como la que dirige Begonya Gasch en Barcelona, son una respuesta a ese sistema que no acoge a todos los jóvenes por igual. Tienen como objetivo la inclusión social y laboral de los jóvenes y, como lo explica Roser Bertrán, de la Fundación Kreanta, “están en la frontera pues, aunque no son sistema educativo, están educando y llevando a los jóvenes a volver al sistema educativo y a crear un camino hacia el mundo del trabajo”.


En el caso de la Escuela de Nuevas Oportunidades de Comfama, hay unas estrategias para facilitar la inclusión, que Melissa Álvarez, responsable de Primera infancia, básica y media de Comfama, califica como factores de éxito: poner más atención al componente psicosocial y socioemocional de los jóvenes para entender qué pasa con sus vidas; trabajar un currículo flexible que se adapte a la realidad y contexto de los jóvenes, y un modelo de colegio expandido, que va más allá del aula y llega a territorios de aprendizaje que despiertan la curiosidad de los jóvenes.


¿Por qué vale la pena poner la mirada sobre estos casos de Medellín y Barcelona? Porque en ellos podemos encontrar experiencias para replicar en la escuela y porque, en palabras de Melissa Gutiérrez, han servido para comprender que “es posible volver a conectar, volver a generar pasión por el aprendizaje, abrazar a jóvenes y adolescentes que, estando dentro de la escuela, sienten que ese no es el lugar para ellos”.

Pero, ¿qué hacer en la escuela para que los niños, niñas y jóvenes sientan que este es su lugar? ¿Para que encuentren allí las oportunidades y no tengan que buscarlas luego de haber sentido que no las tienen? Giorgio Molina, docente de la Institución Educativa Lusitania Paz de Colombia, de Medellín, responde desde su experiencia:


“Cuando llego a un salón puedo tener hasta cincuenta estudiantes, cada uno y cada una tan diferente, con sus propias vivencias, con sus propias experiencias, que no puedo pretender que cada estudiante sea un recipiente en el que voy a depositar mi conocimiento y vaya a aprender exactamente lo que yo le voy a decir. El primer paso que debemos tener es aceptar a los y las estudiantes como constructores del conocimiento. Nosotros también aprendemos de ellos y ellas, y no solamente llegamos al salón de clase a enseñarles algo”.


Y nos remitimos nuevamente a Begonya Gasch, quien nos dice: “Ver detrás de la conducta de cada chico y chica sus posibilidades. Acompañarles para ir al lado, con su tiempo y con sus momentos. La escuela de hoy es un lugar para que cada uno empiece a soñar y buscar su lugar en el mundo o, si no, tiene poquito sentido”.

En un sistema que permanentemente busca estandarizar, el reconocimiento de las individualidades parece ser el gran reto para los maestros y maestras “Todos los niños son diferentes, individuales, pero uno tiene que tratar de que lo pasen lo mejor que puedan en la escuela -nos dice la uruguaya, experta en pedagogía, Araceli de Tezanos-. Cuando un maestro enseña, abre puertas, abre ventanas, abre mundos. Cuando un maestro repite lo que dice el ministerio, genera ovejas, gente que obedece, y no abre ninguna puerta, el mundo se acaba en la ventana de la casa”.


En palabras de la investigadora argentina Carina Kaplan, la escuela “puede tornarse en un espacio de resistencia donde niñas y niños puedan soñar con ser, más allá de las condiciones ligadas a su origen social, su condición étnica, de género o de discapacidad”. El reto para los docentes es hacer de su aula un espacio de verdadera inclusión, pues la escuela es, por definición, inclusiva.


Tres invitadas a Parche Maestro 2021 lo dicen mejor que nosotros: para Carina Kaplan “la escuela es igualadora”; para Dora Niedzwieck, “la escuela es ese lugar para cualquier quién”, y para Begoña Román, “la escuela es la casa de la diversidad”. Nuestro reto, como maestros y maestras, es conseguir que la escuela sea esto que nos dicen ellas, un lugar para que cada niña y cada niño de vida a su propio ser.


 

Parche Maestro 2021 | Memorias



Accede a los diferentes materiales que forman las memorias del Parche Maestro 2021: videos de las actividades de la agenda abierta, relatorías gráficas, frases y artículos síntesis que recogen las principales ideas expuestas por los invitados nacionales e internacionales en las charlas, paneles y conversaciones del Parche 2021.




Parche Maestro es una iniciativa de:

Proantioquia y la Fundación Kreanta.


La Escuela de verano Parche Maestro 2021 es gracias a:

USAID | Partners of the Americas | Proantioquia | Parque Explora | Fundación Carvajal

Grupo Diverser de la Facultad de Educación de la Universidad de Antioquia | Fundación Kreanta | Fundación Compartir | Fundación Sura | Comfama | Ministerio de Educación Nacional | Colombia Aprende | Contacto Maestro | Escuela de Liderazgo para directivos docentes | Secretaría de Educación de la Gobernación de Antioquia | Instituto Nacional para Sordos (Insor) | Universidad Pontificia Bolivariana | Grupo UED de la Universidad de Los Andes | Palabra Maestra | Gatoloko Films




 

Texto: María Andrea Kronfly | Equipo de Comunicaciones de Parche Maestro

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