La Fundación Kreanta, aliada de Parche Maestro, nos comparte su nuevo libro Estrategias innovadoras para la formación de docentes en la construcción de paz, resultado del trabajo conjunto con la Alcaldía de Medellín.
Para acercarnos a una de las varias propuestas que nos hacen en este material, los invitamos a leer un fragmento del texto Principios de una pedagogía ética para la formación docente de Isabel Carrillo, que se encuentra completo en la segunda parte del libro:
La expresión plena de las dimensiones conformadoras del derecho a la educación precisa de contextos de calidad democrática, contenido a incorporar en la formación docente (Carrillo, 2016b y 2017a). Es la democracia, aún en su significado mínimo de organización de la vida política y de la convivencia, necesaria para la expresión plena de los derechos humanos, como necesaria es, siempre, para la articulación de dos principios indisociables que dotan de contenido a la educación como derecho: la educabilidad y la educatividad. Principios que, por saberse, han quedado un tanto olvidados, no sólo en la política educativa, sino también en las prácticas que buscan la democracia y la democratización educativas.
Las educadoras y los educadores que de verdad se preocupan y se ocupan de la educación, deben atender a la educabilidad que esta ligada a la intención de educar sin exclusiones, a tener confianza plena en que cada alumna y cada alumno puede cambiar, puede aprender y puede avanzar sin límites establecidos desde fuera. Junto a la educabilidad, la educatividad también debe estar presente dado que refiere a la potencialidad transformadora de los contenidos y de los procesos de enseñanza, en el sentido que considera que el conocimiento es valioso, puede ser transmitido y compartido, y puede tener un carácter emancipador. Tales principios –educabilidad y educatividad– necesitan de entornos democráticos, al mismo tiempo que al vivirlos se alimenta la democracia.
El reto que se plantea es, por tanto, articular una formación docente donde la democracia no sea un concepto meramente abstracto carente de vida, o que su vivencia se limite a un suceso anecdótico y puntual que acaba desvirtuando sus significados. La democracia de calidad debe impregnar de valores los espacios y lo que en ellos acontece; debe percibirse con todos los sentidos y encarnarse en todas las personas para así poder vivirse plenamente en cualquier situación, en cualquier lugar, en cualquier momento.
En tal orientación será necesario delimitar las dimensiones que, a modo de principios, dotan de contenido a la democracia y que refieren a:
a) La gobernanza que, entre otros aspectos debe contemplar las diferentes formas y contenidos de la participación plenamente inclusiva.
b) La habitabilidad que refiere al clima, a la atmósfera y la cultura moral que se respira, que acoge, que hace sentirse bien y permite vivir la alteridad que abre a la empatía, el reconocimiento y valoración del otro yo.
c) El ethos, los valores guía de los derechos humanos como la libertad, la igualdad y la solidaridad que no son conceptos abstractos, sino vivencia cotidiana.
[...] La formación docente debe ser espacio posibilitador del reconocimiento que todas y todos somos parte de las sociedades que vivimos, y que todas y todos podemos ser protagonistas de transformación de las desigualdades y opresiones subordinadoras de las mujeres. Cabe señalar que la formación transformadora lo será cuando ella misma viva procesos de transformación, es decir, ella misma se sumerja en cambios que sean el resultado de verdaderas revoluciones en la razón y en el corazón que son las que llevan a la conquista de derechos “para los más débiles que han sido limitados por los más fuertes”. Son éstas las revoluciones que van acompañadas del convencimiento que “cada progreso de la igualdad ha nacido siempre al desvelar una violación de la persona que se ha convertido en intolerable” (Ferrajoli, 2008, p. 52).
Acceda al libro en: http://kreantaeditorial.org/producto/estrategias-innovadoras-formacion-docentes-construccion-paz/
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