El Parche Maestro 2020 comenzó con un encuentro de ideas para sumar y reflexionar en torno a un tema fundamental: la inclusión. Con una charla y un panel que reunió a invitados nacionales e internacionales se dio inicio a este encuentro de 1.200 maestras y maestros de todo el país.
En la búsqueda de comprender el concepto de inclusión desde diferentes puntos de vista, se hacen también evidentes las tensiones a las que se enfrenta la escuela a la hora de buscar ser un espacio de inclusión y equidad. Y surgen entonces nuevas preguntas, porque si hay algo claro en esta reflexión, es que se trata de un tema en permanente movimiento. Un camino que no tiene punto de llegada, pues cada paso nos invita a dar uno nuevo para seguir avanzando en la construcción de una sociedad más incluyente.
En su charla La educación y el cuidado de todas y todos: hospitalidad e inclusión en épocas de descuido, el investigador Carlos Skliar (Argentina) planteó una reflexión que nos involucra a todos: “Quiero partir de una duda abismal: si las escuelas pueden resolver el problema de la inequidad. No estoy seguro. Me parece que la inequidad en nuestra región y otras del mundo es un problema de distribución a partir del nacimiento y las condiciones que rodean el nacimiento. De lo que sí estoy seguro, me vuelvo completamente afirmativo, es creer que la educación proporciona una segunda oportunidad, un cambio posible en el destino de la gente”.
Al respecto, el investigador español XavierBonal puso el foco en tres dimensiones fundamentales para que sea posible hablar de verdadera justicia social o justicia educativa: la redistribución de los recursos materiales, el reconocimiento de las singularidades y la participación de las diversas voces.
“¿Cuál es el reto? -pregunta Bonal-. Intentar dar respuesta a estos principios de justicia e inclusión educativa en un contexto donde, paradójicamente, las condiciones para conseguirlas son cada vez más difíciles”.
Y en este sentido Bonal señaló tres grandes tensiones a las que se enfrenta hoy el sistema educativo: “Hablamos de inclusión en un contexto donde la polarización educativa es alta; hay un mercado que hace que las oportunidades de acceso a la educación sean desiguales. Hay también una tensión en la dimensión política: las formas de hacer política cada vez se estructuran más a través de discursos y formas de manipulación, con lo cual las oportunidades de participación se ven negadas ante las lógicas populistas de control. Y un tercer gran reto está en el terreno de lo cultural: cómo somos capaces de trabajar la diversidad y la diferencia en contextos que pueden ser muy homogenizadores, y cómo hacerlo valorando diversidad y diferencia sin reproducir desigualdad”.
En consonancia con Bonal, Carlos Skliar señaló en su charla tres obstáculos para lo que él llama el problema inclusivo:
La idea del individuo exitoso: pensar que el propósito de la educación es crear individuos exitosos ha sido una de las más nocivas y perversas. Asociamos lo exitoso con lo empresarial, con ese aroma de formarnos para el empleo, esa idea en particular ha producido un tendal de ideas de fracaso de muy difícil recomposición. La verdadera educación no forma a las personas para el éxito individual, las forma para el tejido colectivo, para que no haya ganadores y perdedores.
Hay una idea escandalosa: todavía creemos que hay una línea de continuidad natural entre determinados cuerpos, mentes, capacidades y papeles sociales. Como si a ciertos cuerpos les tocara cierta inteligencia pero a otros no. Como principio educativo es altamente excluyente y altamente violento. Yo partiría del punto contrario: un educador es aquel que cree que todos pueden todo.
Hay una tensión histórica de muy difícil resolución: la tensión entre considerar la educación como una experiencia igualitaria, libertaria, para que la gente se pueda emancipar de su punto de partida y tener otra vida, frente a la exigencia de rendimiento que acecha permanentemente. Las comunidades escolares viven, huelen, tocan esta tensión y no sabemos cómo resolverla.
Al respecto, los dos expertos coinciden en que es importante que los maestros y maestras tengan en cuenta estas tensiones, pues su quehacer pedagógico no se da en el vacío, sino en el marco de sociedades que plantean retos permanentes, y reconocen el lugar de la escuela como espacios de conversación, creación y formación de ciudadanía. Como afirmó Paula Martínez, docente de la I.E. Sol de Oriente de Medellín, “la transformación la hacemos con los estudiantes. Es en la práctica donde uno ve acontecer los cambios, que son el resultado de una mirada atenta a lo que fluye en lo cotidiano. Para mí, la inclusión es un acto amoroso y ético. Una conexión afectuosa y de cuidado en la que nos importa la condición y la singularidad del otro”.
Accede a toda la información de la segunda escuela de verano Parche Maestro 2020: inclusión e innovación educativa
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Artículo publicado en el Blog de Palabra Maestra | El Espectador:
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