Mientras el mundo sigue atento ante una pandemia que aún estamos intentando entender, la escuela -como espacio de relación con los saberes y de vínculos ciudadanos- se sobrepone a su infraestructura física cerrada. ¿Cómo hacer para mantener los encuentros, la enseñanza y el aprendizaje activos en medio de una crisis mundial que nos ha quitado la presencialidad?
En Parche Maestro insistimos en pensar en clave de inclusión e innovación educativa.
Es un hecho, conocido por todos, que la escuela en Colombia no es sólo un lugar para la enseñanza de saberes básicos. Gracias a la presencia sostenida de esta institución, en todos los territorios del país, allí tienen cabida procesos sociales básicos como el acompañamiento nutricional básico, la atención psicosocial, el reporte de las condiciones de maltrato intrafamiliar o los programas de formación deportiva y lúdica, entre otros ejemplos.
Lo anterior no es exclusivo de estudiantes. En la escuela muchos actores de diversas comunidades han encontrado un punto de formación, acompañamiento y desarrollo de sus capacidades. En este sentido, los maestros y las maestras del país no sólo tienen un rol como enseñantes e investigadores educativos, sino también como lideres comunitarios que convocan distintos sectores sociales, acompañan reflexiones para favorecer el bien-estar colectivo y posicionan el saber como un patrimonio común.
Sin embargo, si algo nos develó la actual pandemia son las acrecentadas brechas de equidad en un país como el nuestro. El hecho de que sólo un 7% de las familias campesinas cuenten con conexión a internet, o que cerca de 3000 sedes educativas en Antioquia no cuenten con agua potable son ejemplos de una realidad que, a todas luces, dificulta el ejercicio educativo.
En medio de este panorama, creemos más que pertinente resaltar la labor comprometida de maestras y maestros con una escuela que, hoy más que nunca, se entiende como un campo de relaciones y vínculos que acontecen entre estudiantes, estudiantes y docentes, docentes, docentes y otros actores de las comunidades educativas, y sobre todo entre todos los anteriores y distintos saberes, afectos y realidades sociales.
Desde luego no podemos dejar pasar por alto una cuestión esencial en estos tiempos: ¿Cómo hacer para mantener los encuentros, la enseñanza y el aprendizaje activos en medio de una crisis mundial que nos ha quitado la presencialidad? Nuestra apuesta, producto de conversaciones con maestras y maestros de muchas localidades del país se basa en tres premisas clave:
1.Insistir en la inclusión educativa.
Es urgente desplegar toda la capacidad profesional de los equipos docentes para hacer de la escuela un espacio hospitalario. Esto implica adelantar prácticas que apelen a la escuela inclusiva, que desarrolle las acciones educativas en función de las capacidades personales, pero antes de eso, significa que la escuela abra las puertas a todos y todas. Lo que está en juego es la posibilidad, para muchos niños, niñas y jóvenes, de ser parte activa de un colectivo. Por esta razón, proponemos reflexionar nuevamente sobre los gestos, acciones y decisiones que van en función de la garantía del derecho a la educación de todas las personas, independiente de su género, pertenencia étnica, adscripción política, creencias religiosas, orientación del deseo, entre otros. Abrir la puerta de la escuela para todas y todas es una acción política en medio de un país que reclama a gritos espacios para construir con los otros.
2. Perder el miedo a nuevas tecnologías para innovar desde los propios contextos.
En su momento la tiza y el tablero fueron nuevas tecnologías a los que los equipos docentes tuvieron que acostumbrarse. Nuestra mirada entiende que la innovación educativa va mucho más allá de la apropiación de tecnologías, que como es entendible, debe hacerse porque los lenguajes, los medios y las mediaciones se transforman en el tiempo. Sin embargo, la innovación educativa también puede ser vista como un proceso intencionado y reflexivo que crea zonas favorables para aprender, intercambiar, reflexionar y construir ciudadanías críticas.
3. Persistir en el encuentro.
Como tercera premisa, proponemos insistir y persistir en el encuentro. Una llamada a un estudiante, una conversación con otros docentes, una lectura compartida, o espacios de formación no convencionales son también posibilidades de encuentro con la humanidad de los otros. Nuestra apuesta con Parche Maestro es justamente esta: crear un espacio para maestras y maestros en las que ellos y ellas sean reconocidos como los expertos de la educación, en una posibilidad de diálogo abierto y franco con otros profesionales, disciplinas y discursos. Parche es nuestra propuesta de formato para estar juntos, aunque no estemos cerca. Bienvenidos y bienvenidas a esta segunda edición para pensar juntos en inclusión e innovación educativa. Ahora más que nunca es necesario apelar al pensamiento colectivo.
Accede a toda la información de la segunda escuela de verano Parche Maestro 2020: inclusión e innovación educativa
+ videos de las actividades abiertas de Parche Maestro 2020.
Artículo publicado en el Blog de Palabra Maestra | El Espectador: https://blogs.elespectador.com/actualidad/palabra-maestra/estar-juntos-aunque-no-estemos-cerca
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